domingo, 10 de abril de 2011

La oda al deshonor: por una, dos, y hasta tres fariseas.

Érase que se era, un día de lo más peculiar. 
Un dies Saturni por antonomasia. Un espejismo en el que se vislumbraba júbilo disfrazado de ignición. Incandescente. Abrasador. E incluso calcinador. Una contienda ad meridiem de la que solamente Ares era soberano. 
Palabras ya expresas habían dado lugar al armisticio de las partes. Sin embargo, surgió un ataque de entre el grupo de las fariseas, quizá el más deleznable que exite: aquél que se acomete hiriendo por el envés. 

Descubrí entonces a una damisela que se abría paso entre la batalla. Sus cabellos oscuros contrastaban con sus vestiduras, del mismo color que la sangre. Su paso era firme, y su gesto encantador. Contempló a aquellas que habían intentado lastimarla con insidia, dedicándoles su mirada más desilusionada. No hallaron ira en ella, ni cólera, ni exasperación, ni rabia, ni furia, ni enojo. Simplemente, impasibilidad. 
Entonces la comprendí. 

Prefirió ser odiada por sus propias palabras, que querida por sus fingidos silencios.
Al fin y al cabo, ella nunca fue farisea.


6 comentarios:

  1. nice blog:)
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    feel free to follow.
    love ♥
    x

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  2. Luchadora. Así me gusta a mi la gente :)

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  3. Sí, sublime, ¿qué pacha, quién se da por aludida?

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  4. Si lo que buscas es ser elitista, comprendida por selectos, alejarte de la baraja y que las gotas de tus palabras no lleguen más ayá que la salpicadura de un estornudo... vas por buen camino.

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